Revolución francesa, causas y sus diferentes etapas

La Revolución Francesa es el nombre que recibe el acontecimiento político y social que cambió el modelo de gobierno monárquico que existía en Francia hasta el siglo XVIII. Este hecho histórico marcó el inicio de la Edad Contemporánea.

El catorce de abril de 1789 la población pobre de París realizó la toma de la Bastilla, la cárcel de la ciudad. Un hecho que marcó el inicio de los acontecimientos que llevarían a la instauración del gobierno de la Asamblea Nacional y a la decapitación del Rey Luis XVI.

Si estás interesado en conocer más sobre la Revolución Francesa, sus causas históricas, sus principales protagonistas y sus consecuencias históricas, a continuación, te hablaré sobre este fascinante tema.

Causas de la Revolución en Francia

La principal causa de la Revolución fue el descontento contra la monarquía absoluta que existía entre las clases bajas. Esta situación se debía a una gran cantidad de calamidades y miseria que padecían los más desposeídos ante la indiferencia y negligencia del monarca y su corte.

Los pobres de las ciudades no tenían acceso a la alimentación mínima para estar sanos. Los campesinos, por su parte, sufrían el abuso constante de los nobles terratenientes que los explotaban en el trabajo y los sobrecargaban con impuestos absurdos.

Las grandes desigualdades sociales y económicas causaron muchas tensiones entre la clase alta y la clase baja. Los privilegios de los nobles, y del clero, causaban mucha indignación entre los desposeídos. Estos debían sufrir hambre, enfermedades, jornadas de trabajo extenuantes y una vida miserable sin ninguna esperanza de mejoría futura. Mientras que los nobles vivían en la más absoluta opulencia.

Por otra parte, los intelectuales de la alta burguesía discutían sobre la necesidad de limitar el poder absoluto de la monarquía, los privilegios de la aristocracia y de la iglesia. Muchos filósofos y pensadores consideraban conveniente instaurar un régimen de gobierno controlado por ellos y no por la monarquía y la aristocracia.

Todo este conjunto de hechos fueron creando un ambiente propicio para la revuelta popular, la explosión social definitiva ocurrió en 1789. El 14 de abril un grupo de sublevados decidió tomar la Bastilla, una antigua fortaleza medieval que había servido de cárcel a los presos de la monarquía. Su valor era más simbólico que estratégico.

A partir de ese momento ocurrieron una serie de acontecimientos que se prolongaron durante una década y que significaron la abolición de la monarquía y la instauración de la primera República en Francia.

Etapas de la Revolución

La Revolución Francesa no fue un hecho planificado y homogéneo, ni tampoco duró mucho tiempo. Los sucesos de la revolución ocurrieron de forma rápida en el año 1789. Sin embargo, durante los años siguientes se desarrolló un largo proceso de reorganización política en Francia.

Fueron al menos diez años en los que ocurrieron muchos hechos, muy confusos en algunos casos, que marcaron diferentes etapas en las que diferentes facciones detentaron el poder y ejercieron el gobierno de Francia.

Período monárquico

Este período corresponde a los primeros años, desde 1789 hasta 1792. Durante esta época los revolucionarios intentaron mantener un régimen de convivencia con la monarquía.

La intención principal de los líderes de este período era limitar el poder de la monarquía a través de una Asamblea Nacional que estuviera conformada por representantes de todos los sectores sociales del país.

Período republicano

Esta etapa se extendió entre 1792 y 1804. El fracaso de los objetivos que se habían planteado aquellos que querían convivir con la monarquía tuvo como consecuencia la abolición de esta.

Una situación que de hecho condujo a la constitución de la República, y a una intensa discusión entre diversos sectores sobre cuál era el mejor modelo de gobierno para Francia.

En esta época imperó la anarquía y desde el punto de vista social se vivió un período de mucha tensión y de enfrentamientos entre las diferentes facciones que se disputaban el poder. Entre 1792 y 1793 ocurrió el ascenso al poder de un joven abogado, perteneciente al partido jacobino, Maximiliano Robespierre.

Robespierre, una vez eliminado el partido girondino, procedió a quitar del medio a sus principales aliados, Danton y Marat. De este modo se convirtió en el hombre fuerte de la Revolución Francesa.

Robespierre fue un dictador terrible, ejerció el gobierno mediante el terror y la persecución. Con el pretexto de salvar la revolución, suprimió libertades y realizó juicios y ejecuciones sumarias en contra de todos sus adversarios políticos.

Para lograr sus propósitos, Robespierre, instauró un estado de terror que promovió más de veinte mil comités de vigilancia diseminados por toda Francia, que se dedicaban a actividades de delación y acusaciones sin fundamentos. Estos comités llegaron a condenar a muerte más de cuarenta mil personas en un año.

El final de Robespierre, y su gobierno de terror, ocurrió en el año 1794, cuando fue acusado y juzgado bajo sus propios métodos, y fue condenado a morir en la guillotina. Este era el método de ejecución que él había ayudado a popularizar como símbolo de la Revolución Francesa.

Con posterioridad a la muerte de Robespierre, la lucha por el poder entre facciones revolucionarias se mantuvo por un período de diez años más, hasta que en 1804 emergió la figura de Napoleón Bonaparte.

Etapa imperial

Este período tuvo una duración de once años entre 1804 y 1815. Napoleón era un militar de origen Corso, quien se había sumado a las filas del ejército francés. En 1795, en París, logró derrotar de forma definitiva las facciones monárquicas que aún persistían.

Debido a su popularidad en el ejército, y su fidelidad a la causa revolucionaria, fue designado como comandante del ejército francés en Italia. Allí dirigió una campaña muy exitosa contra los austríacos a quienes derrotó en 1796 y 1797 en Lodi, Arcole y Rívoli.

Después de estos sucesos fue designado para enfrentar a los ingleses en Egipto, a los que derrotó cortándoles las vías de comercio con el Medio Oriente y la India.

El prestigio y la popularidad de Napoleón lo llevaron a ser designado como Primer Cónsul de Francia en 1799. En este punto el poder del corso era muy amplio, esto le permitió promover un código civil, auspiciar la masificación de la educación y la tolerancia religiosa, un conjunto de medidas que le ganaron el beneplácito popular.

La ambición y el éxito de Napoleón Bonaparte lo llevaron a proclamarse emperador en 1804. Un hecho que decepcionó a muchos de sus partidarios revolucionarios, ya que este acto significó de hecho el retorno a un sistema de gobierno monárquico, aunque con características modernas.

Consecuencias del período revolucionario

La Revolución significó la disolución de la monarquía y la instauración de la República de Francia, aunque este no fue un hecho definitivo, ya que con posterioridad hubo un movimiento restaurador que, temporalmente, logró restaurar la monarquía.

Otra consecuencia importante de la Revolución Francesa fue la culminación del orden feudal. Esto significó la disolución de la separación de las clases sociales a las que se pertenecía por nacimiento y en las que existía inamovilidad. Los privilegios de los nobles aristócratas, que eran grandes terratenientes, dejaron de existir. Este fue el origen del primer sistema republicano como forma de gobierno en occidente.

La declaración de los derechos humanos universales. El lema de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad se convirtió en la base para la elaboración de la primera ley de derechos humanos que no distinguía razas, confesiones religiosas, ni privilegios de casta por nacimiento.

Las ideas filosóficas de la Revolución Francesa, y el movimiento político subversivo, sirvieron de ejemplo e inspiración en las colonias americanas. En estas regiones se llevaron a cabo diferentes guerras y sublevaciones en contra de las monarquías europeas, hasta que muchas colonias lograron alcanzar su independencia.

La Revolución Francesa propició el ascenso de Napoleón Bonaparte y, con él, del bonapartismo. Sin embargo, Napoleón y su Imperio francés, paradójicamente, representan el fin de la Revolución Francesa.

Resumen sobre los aspectos más importantes de la Revolución Francesa

La Revolución francesa ocurrió a finales del siglo XVIII, el 14 de abril de 1789, con la sublevación popular en París que terminó con la toma de la Bastilla, una cárcel que representaba la opresión de la monarquía absoluta.

La principal causa de la Revolución Francesa fue el descontento de la población pobre por el hambre, la miseria y la explotación que sufrían por parte de la nobleza ante la indiferencia de la monarquía.

La Revolución Francesa significó el fin de la monarquía durante un período y la instauración de la República. El poder recayó sobre una Asamblea Nacional que ejercía el gobierno del país.

Los enfrentamientos entre las facciones revolucionarias, girondinos y jacobinos, causaron mucha tensión e inestabilidad. El grupo vencedor fue el de los jacobinos, representados por sus tres líderes principales Danton, Marat y Robespierre. Este último se impuso como hombre fuerte y gobernó durante un período de terror y persecución.

Cuando Robespierre murió en la guillotina, continuaron los enfrentamientos por el poder, hasta que en el año 1799, Napoleón Bonaparte fue nombrado Primer Cónsul, luego él continuó acumulando poder hasta autoproclamarse emperador en 1804.

La figura del emperador Napoleón Bonaparte, y del Imperio francés, significó el final de la Revolución Francesa.

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