Nacimiento de los estados nacionales modernos en Europa

Resumen, esquema sobre los estados nacionales modernos

El proceso de formación de los estados nacionales modernos en Europa se desarrolló en el siglo XIX. Las ideas republicanas de la Revolución Francesa, sumadas a los cambios económicos y sociales de la Revolución Industrial, impulsaron un cambio en el modo de concebir la organización del estado y las relaciones de los ciudadanos con el gobierno y entre ellos.

A continuación, te hablaré sobre el origen de estados nacionales modernos europeos como Alemania, Italia y los países de Europa del Este. Así como las causas y consecuencias asociadas con su origen.

Causas del nacimiento de las naciones europeas modernas

Las primeras décadas del siglo XIX estuvieron marcadas por el ascenso y caída del Imperio napoleónico. Durante la primera mitad del siglo XIX, en Europa, se experimentó un cambio muy importante en la mentalidad política sobre la concepción del estado.

Esta situación impulsó a muchos pueblos europeos a promover cambios en la forma de organización política de sus países. La Revolución de 1848, llamada la Primavera de los Pueblos, fue la forma que asumieron las aspiraciones nacionalistas y republicanas de alemanes, polacos, checos e italianos.

La unificación de Alemania como un estado nacional moderno

Las revoluciones de 1848 no lograron el éxito, por esta razón no hubo un medio para canalizar las ambiciones de la población. En países como Alemania la situación era particularmente tensa, la población anhelaba la unificación de un país dividido en estados pequeños y principados.

La unidad alemana era una condición indispensable para lograr un verdadero desarrollo económico y mejorar así las condiciones de vida de la clase obrera. Sin embargo, la aspiración de unificación de los sectores más pobres fue aprovechada por el sector político más conservador encabezado por el Junker prusiano, Otto von Bismarck.

En 1864 Bismarck procedió a aliarse con el Imperio austrohúngaro en contra de Dinamarca. A este país, una vez derrotado, le fue arrebatada la provincia Schleswig–Holstein que pasó a formar parte de Alemania en 1865. Otro éxito estratégico de Bismarck fue mantener a Francia lejos de esta guerra, eso le permitió aliarse con Italia, esta vez contra del Imperio austrohúngaro.

Una vez Prusia logró la derrota de austrohúngara en la batalla de Königgrätz en 1866 consolidó su dominio sobre toda Alemania, unificando el país bajo el mando de Bismarck. Sin embargo, el carácter militarista y bonapartista de Prusia dejaría la semilla de nuevas guerras que estallarían pocos años más adelante.

El nacimiento de Italia como uno de los estados nacionales modernos

La situación italiana no era muy diversa de la alemana. Hacia 1858 habían tenido lugar diversas iniciativas que buscaban la unificación del territorio bajo un estado nacional. Sin embargo, el territorio italiano estaba divido en pequeños estados y principados.

Muchos de estos territorios autónomos, en especial los del norte y el reino Borbón de las Dos Sicilias, se encontraban bajo el dominio austrohúngaro. Por su parte, los estados pontificios se encontraban bajo la protección francesa, por lo que solo el reino de Cerdeña era libre del dominio extranjero.

El Conde de Cavour y la unificación de Italia

En este contexto surgió la figura del estadista turinés Camilo Benso, conocido como el Conde de Cavour, líder del Piamonte, quien fue un hombre clave en la unificación de Italia y su conformación como uno de los estados nacionales europeos.

Bajo la guía del Conde de Cavour, en alianza con Napoleon III de Francia, los austríacos fueron expulsados de forma paulatina de los territorios italianos. Las acciones de Cavour se conjugaron con el movimiento nacionalista que se dio en todo el territorio italiano bajo la guía de Giuseppe Mazzini.

Las maniobras y alianzas de Cavour coincidieron con las revueltas de Mazzini en 1859. Ese año estalló la guerra y las revueltas insurreccionales en los diversos estados y ducados italianos, la unificación parecía algo inminente. Sin embargo, el emperador francés, Napoleón III, no compartía el interés por la unificación. Por este motivo pactó un armisticio con el Imperio austrohúngaro dejando a su aliado italiano debilitado.

Cuando la causa de la unificación italiana parecía perdida, intervino un nuevo actor. Giuseppe Garibaldi, un caudillo militar con ideas revolucionarias que desembarcó en Sicilia con una fuerza de mil hombres llamados “los camisas rojas”.

Una vez que venció en la batalla de Sicilia, Garibaldi tomó el control del sur de la península itálica y entró en Nápoles. Este hecho consolidó la unificación italiana como otro de los estados nacionales modernos europeos.

Bajo la presión de Cavour y de su ejército, que contaba con el apoyo de Inglaterra y Francia, Garibaldi aceptó aclamar como legítimo rey de Italia a Vittorio Emmanuele, de la dinastía piemontesa. Por esta razón no se proclamó una república sino una monarquía constitucional.

Los estados nacionales modernos en Europa del Este

La cuestión dela delimitación territorial de los estados nacionales europeos quedaba en apariencia resuelta con la unificación de Alemania y de Italia hacia finales del siglo XIX.

Sin embargo, Europa del Este tenía una situación diferente, en especial en el área de los Balcanes. En esta región se encontraban en disputas territoriales los imperios ruso, otomano, austrohúngaro y Alemania.

Las guerras de los Balcanes

Esta situación de tensión dio paso a las Guerras de los Balcanes de 1912 y 1913. En la primera de estas guerras la alianza llamada Liga Balcánica, formada por Bulgaria, Montenegro, Grecia y Serbia; logró desalojar al Imperio otomano de la región.

En la segunda Guerra de los Balcanes la disputa se presentó entre los estados nacionales miembros de la Liga por el control del territorio. Esta disputa se zanjó con el Tratado de Bucarest, que finalizó la guerra.

El Tratado de Bucarest dejó una situación en un equilibrio inestable debido a las apetencias de los nacionalistas búlgaros, griegos y serbios. Todos estos países aspiraban ampliar su territorio arrebatándolo a turcos y austrohúngaros.

El gran derrotado en estas guerras fue el Imperio otomano que perdió casi el ochenta por ciento de su territorio europeo.

La Primera Guerra Mundial y el surgimiento de los estados nacionales modernos

Las disputas territoriales en Europa del Este se volvieron a presentar al finalizar la Primera Guerra Mundial, un hecho que ocurrió en 1918. El Tratado de Versalles, estableció las penalizaciones a las potencias derrotadas.

El Imperio austrohúngaro fue completamente desmembrado, dando paso al nacimiento de nuevos estados nacionales como la primera República de Austria; la primera República Checoslovaca, la República Popular de Hungría y la segunda República Polaca. Además, los reinos Serbio, Croata y Esloveno, a lo que se sumó la expansión territorial de los reinos de Italia y de Rumania.

Con el Tratado de Versalles quedó completamente delimitada la fisonomía de Europa y del territorio de sus estados nacionales modernos.

No obstante, como consecuencia de otros eventos bélicos y políticos de los siglos XX y XXI, el territorio de los estados nacionales europeos modernos ha continuado modificándose a lo largo del tiempo.