Guerras púnicas, cómo fueron y sus principales consecuencias

Guerras púnicas: Cartago
Erik Pitti/CC BY 2.0

A continuación te explicaré qué fueron las guerras púnicas y cuáles fueron sus causas. Además, te hablaré de la primera, segunda y tercera guerra púnica. Por último te contaré cuáles fueron las consecuencias de las guerras púnicas.

¿Qué fueron las guerras púnicas?

Con este nombre se conocen un conjunto de tres conflictos armados que sostuvieron los romanos en tiempos de la República contra el ejército de la ciudad-estado de Cartago.

El nombre de púnicas se refiere a púnico que en latín traduce fenicio. Este nombre lo utilizaban los romanos para referirse a los habitantes de Cartago. Esto se debía a que esta ciudad-estado había sido fundada por fenicios (ver) provenientes de la ciudad de Tiro en el siglo IX a.C.

Las guerras púnicas tuvieron lugar entre el año 264 a.C., cuando comenzó la primera, y el año 146 a.C. cuando culminó la tercera púnica.

Las guerras púnicas tuvieron como escenario el mar Mediterráneo debido a que el principal objetivo de las partes contendientes era lograr el dominio de las rutas y puertos comerciales en este mar, en sus costas y en los territorios aledaños.

¿Cuáles fueron las causas de las guerras púnicas?

La causa fundamental de las guerras púnicas fue el antagonismo entre las dos principales potencias militares y comerciales de la edad antigua: Cartago y Roma.

Los cartagineses habían heredado del pueblo fenicio su gran habilidad como comerciantes y navegantes, lo que les permitió tener una gran red de rutas comerciales, ciudades y puertos aliados, bajo la figura de franquicias y colonias que le facilitaban el comercio a lo largo y ancho del mar Mediterráneo.

Roma (en la antigüedad), por su parte, en época de la República (en el siglo III a.C.), era una potencia en expansión que buscaba hacerse con el control y el dominio de la región.

El senado romano incentivado por el poderío militar que había alcanzado su ejército de legionarios tomó la decisión de avanzar sobre su principal rival comercial, Cartago, para someterlo a su poderío.

Las invasiones de Cartago a territorios que se encontraban bajo la protección romana fueron los hechos que dieron origen a la primera y a la segunda guerras púnicas.

La primera guerra púnica (264 a 241 a. C.)

El conflicto entre ambas potencias inició a raíz de un enfrentamiento local ocurrido en la isla de Sicilia entre las ciudades de Siracusa y Mesina en el año 264 a.C.

En Siracusa gobernaba un tirano heleno llamado Hierón II, descendiente de la nobleza de la ciudad. Por otra parte, en Mesina, se había impuesto el gobierno de un grupo de mercenarios llamado los mamertinos (hijos de marte), quienes eran de origen itálico y habían sido contratados en la Campania por Agatocles quien era un caudillo de origen griego.

Cuando Agatocles murió, este grupo de mercenarios se dedicaron a la piratería y el pillaje y convirtieron a la ciudad siciliana de Mesana (actual Mesina) en la sede de su cuartel y base de operaciones.

Debido a los daños y desmanes causados por los mamertinos, Hierón II decidió organizar un ejército popular para marchar contra ellos, así logró propinarles varias derrotas hasta que en el año 265 a.C. los tenía rodeados.

Los mamertinos ante el asedio pidieron la ayuda de Cartago para enfrentar a Hierón II. Los cartagineses se desplazaron a Sicilia y esta acción llevó el senado romano a enviar una guarnición para repeler lo que llamó la «agresión cartaginés».

Los mamertinos traicionaron a los cartagineses y en represalia estos últimos decidieron apoyar a Siracusa.

En el año 261 a.C. en la localidad de Agrigento se libró la primera batalla campal entre romanos y cartagineses.

La victoria romana hizo desistir a los cartagineses de los enfrentamientos terrestres e iniciaron una serie de conflictos navales.

La flota romana

La guerra naval parecía favorecer a Cartago debido a que poseía una flota más grande y poderosa. Por eso los romanos se vieron impulsados a construir una nueva flota introduciendo muchas innovaciones tecnológicas, sobre todo de ingeniería militar.

De este modo, en apenas dos meses, Roma construyó más de cien naves con las que hilvanó una serie de victorias navales.

Los daños sufridos militarmente y el deterioro de su actividad comercial, obligaron a Cartago a firmar en el año 241 a.C. una rendición en la que entregaba la isla de Sicilia a Roma y aceptaba pagar un importante tributo de guerra.

Roma, gracias al poder de su flota naval, también logró arrebatarle el control de las islas de Cerdeña y Córcega a Cartago. A partir de ese hecho, los romanos, comenzaron a llamar al mar Mediterráneo como “mare nostrum”, que significa en latín, nuestro mar.

La segunda guerra púnica (218 a 202 a. C.)

Debido al dominio comercial y militar que logró Roma en la región mediterránea, Cartago se encontró en la necesidad de replegarse para reponer fuerzas y fortalecer su actividad comercial.

Con esa finalidad, Cartago, se concentró en la actividad colonizadora en la península ibérica que era conocida en aquella época como Hispania.

La guerra comenzó en el año 218 a.C., cuando Aníbal Barca marchó desde Cartagena, en el sur de Hispania, hacia Sagunto.

El sitio de Sagunto fue rechazado por los romanos debido a un pacto que tenían con los habitantes de esta ciudad, así que exigieron el retiro de las tropas cartagineses.

Ante la negación de los cartagineses se iniciaron las acciones bélicas por parte de los romanos quienes enviaron su ejército por vía marítima hacia la península.

Ante esta situación, Aníbal Barca tomó una de las decisiones más temerarias de su carrera militar, inició la marcha hacia los Alpes con su ejército de cien mil hombres y treinta y siete elefantes como parte de su caballería.

Los cartagineses tomaron por sorpresa al ejército romano e invadieron por el norte a la península itálica. Al mando de Aníbal derrotaron a los romanos en el año 218 a.C. en las batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, humillándolos a un punto nunca antes visto.

Aníbal permaneció durante dieciséis años en la península itálica. Sin embargo, Aníbal nunca pudo concretar el asedio de la ciudad de Roma por lo que la situación de la guerra se estancó.

Finalmente, en el año 202 a.C., Aníbal enfrentó en la batalla de Zama (actual Túnez), al general romano conocido como Escipión el africano. La estrategia de este último le valió una gloriosa victoria que zanjó el final de la guerra.

Las consecuencias para Cartago fueron terribles, ya que tuvo que aceptar la destrucción de su flota de guerra perdiendo su condición de potencia militar.

La tercera guerra púnica (149 a 146 a. C.)

A pesar de que Roma había afianzado su dominio en la región y había ampliado mucho sus colonias y rutas comerciales, el antagonismo y odio hacia los cartagineses, por las derrotas infligidas por Aníbal, nunca cesó en el senado.

Hombres como el censor Catón, el viejo, mantenían una permanente campaña en contra de Cartago. Este hombre, que había combatido en la segunda guerra púnica, en su actividad como funcionario público se convenció de que la seguridad de Roma dependía de la aniquilación de Cartago.

Por esta razón, Catón, promovió ante el senado y el pueblo romano esta idea, al punto que ante cualquier intervención pública culminaba diciendo la célebre frase: «Ceterum censeo Carthaginem esse delendam», que quiere decir: “Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida”.

Esta campaña llevó a Roma a exigir cada vez más sacrificios a Cartago, al punto de pedir que la ciudad fuera destruida y mudara su emplazamiento hacia el sur de África. Ante la obvia negativa por parte de Cartago a una condición absurda como ésta, Roma declaró, en el año 149 a.C. la guerra, dando así inicio a la tercera guerra púnica.

A diferencia de las otras guerras púnicas, ésta en realidad se trató solamente del asedio por parte del ejército romano a la ciudad de Cartago.

Al cabo de tres años los romanos lograron derrumbar las murallas de la ciudad. Al entrar en ella los legionarios la arrasaron hasta sus cimientos, incendiándola y asesinando o esclavizando a todos sus habitantes.

Consecuencias

La caída de la ciudad de Cartago, en la tercera guerra púnica, significó el fin de la civilización cartaginés y del legado de los pueblos fenicios.

En cuanto a Roma, la victoria en las guerras púnicas, le trajo como consecuencia convertirse en la potencia hegemónica en el mar Mediterráneo. Esto le permitió asumir todas las rutas comerciales de Cartago.

Durante más de cien años la ciudad de Cartago dejó de existir, hasta que ya en tiempos del primer emperador romano, César Augusto, éste la mandó a reconstruir para convertirla en una ciudad de veteranos de guerra.

El nombre de Cartago se perdió para siempre. Hoy en día en el territorio que alguna vez ocupó esta civilización se erige Túnez, un país muy bello que puedes visitar en el norte de África.