La civilización hebrea, origen, organización y aportes culturales

Civilización hebrea, Antiguo Testamento

La civilización hebrea es una cultura milenaria. Originalmente se les dio este nombre a los pueblos semitas que habitaron en la península arábiga hace unos cuatro mil años de antigüedad. De ellos descienden los pueblos árabes e israelitas de la actualidad.

A continuación te hablaré del origen de la cultura hebrea, la organización política y social de los antiguos hebreos, así como los aportes culturales de la religión hebrea.

Origen de la cultura hebrea

El origen del pueblo o civilización hebrea se puede ubicar unos dos mil años antes de Cristo, en las orillas del río Jordán.

Las tribus que se asentaron en esa región eran nómadas provenientes de la antigua ciudad de Ur, en Mesopotamia (actual Irak).

Los primeros hebreos habitaban en tiendas fáciles de instalar y mudar, y se desplazaban en la búsqueda de tierras fértiles y agua para alimentar sus rebaños de cabras y ovejas.

Según las tradiciones orales y los textos antiguos, fue Abraham el primer patriarca en dejar Caldea para cruzar las aguas del río Éufrates.

Los historiadores ubican estos hechos alrededor del año 2050 a.C. durante el gobierno de Hammurabi en Mesopotamia.

El objetivo de Abraham, según la tradición hebrea, era llegar a Canaán, o tierra prometida de Dios. La tribu de Abraham ocupó las tierras de Siquem (en la actual región de Nablus), Beerseba y Hebrón. El territorio que finalmente ocuparon consta de una franja estrecha que se encuentra entre Egipto y las antiguas ciudades fenicias (en el Líbano moderno).

Las excavaciones arqueológicas hechas en la actualidad confirman que durante el período de tiempo en que la tradición ubica el origen de la civilización hebrea, hubo frecuentes migraciones desde Mesopotamia hacia la región conocida como el Creciente Fértil. Este es un territorio en el que los científicos señalan que ocurrió el inicio de la revolución neolítica.

Según la tradición hebraica, Abraham fue el padre de dos hijos, Isaac e Ismael. El primero es el ancestro del pueblo hebreo. Mientras que los descendientes de Ismael son los árabes actuales.

Isaac tuvo un hijo a quien llamó Jacob, también conocido como Israel, sus diez hijos, en conjunto con los dos hijos de José el soñador, son los patriarcas de las doce tribus de Israel.

Organización política y social de los antiguos hebreos

Las doce tribus de Israel, que formaron la civilización hebrea, eran clanes patriarcales.

Cada una de ellas tenía un patriarca que cumplía funciones de máxima autoridad y juez en conjunto con un consejo de ancianos. Sin embargo, en situaciones de conflicto que lo ameritaran, los patriarcas delegaban en un caudillo que lideraba las acciones bélicas de una confederación de tribus.

Los hebreos, en el siglo XIV a.C., tuvieron que emigrar a Egipto debido a una sequía que los llevó a una terrible hambruna. Allí convivieron y trabajaron con los egipcios hasta que fueron esclavizados por estos.

Al cabo de un siglo, los hebreos lograron huir bajo la guía de Moisés, hecho conocido como el Éxodo. Este fenómeno culminó con la conquista definitiva de las tierras de Canaán –una franja de territorio de los actuales Israel, Palestina y occidente de Jordania. Esto ocurrió en el en el siglo XIII a. C.

Fue en este momento, al lograr la conquista de Canaán, cuando podemos señalar el apogeo de la civilización hebrea. Un indicador de esto es que las doce tribus dejaron de llamarse a sí mismos hebreos, para adoptar el nombre de pueblo de Israel, o israelitas.

Las doce tribus eran descendientes de los hijos de Isaac: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José (representado eventualmente por sus hijos, Manasés y Efraín), y Benjamín.

Sin embargo, tras del reinado de los tres grandes reyes: Saúl, David y Salomón, en el año 931 a.C. la civilización hebrea, agrupada en las doce tribus, se dividió en dos reinos, el de Judá y el de Israel.

El reino de Judá agrupaba la tribu del mismo nombre, la de Benjamín y parte de la de Leví (que no poseía territorio), y tenía su capital en la ciudad de Jerusalén.

El segundo reino, el de Israel, lo formaban las diez tribus restantes y tenía su capital en la ciudad de Samaria.

Economía de la civilización hebrea

Las primeras tribus nómadas provenientes de Ur, con el tiempo, se mezclaron con los habitantes autóctonos de esta región, se hicieron sedentarios e iniciaron el desarrollo de la agricultura de vides y olivares como principal actividad económica.

Por su ubicación entre Egipto y Mesopotamia, la civilización hebrea, era el paso obligado del comercio entre estas dos grandes potencias.

Esta ubicación geográfica estratégica le permitió a los hebreos desarrollar una importante actividad comercial cuyos principales rubros eran el marfil proveniente de los colmillos de los elefantes africanos; metales preciosos de Nubia; aceites y vinos producidos por ellos; y especias exóticas provenientes de oriente.

Aportes culturales de la religión de la civilización hebrea

Hacemos alusión a la religión monoteísta y los libros sagrados.

Monoteísmo

Se puede decir que el aporte de la cultura hebrea a la humanidad es inconmensurable.

En primer lugar, la religión hebraica fue la primera que adoptó la creencia en un solo Dios, dicho de otra manera, fue la primera religión monoteísta de la humanidad.

El dios de Abraham y de Moisés era Yahvé, pero también era el dios de Jesús de Nazaret, el Cristo, iniciador de la segunda religión monoteísta del mundo occidental, el cristianismo.

Más aún, Mahoma, el fundador de la religión islámica, la tercera religión monoteísta, consideró que los patriarcas y profetas hebreos que predicaron sobre Yahvé o Elohïm, en realidad predicaron sobre el único dios que para él era Alá – Al-lāh (el dios, palabra árabe con la misma raíz etimológica semítica que Elohīm –אֱלֹהִים, el dios en hebreo antiguo).

Así que esa concepción monoteísta de los hebreos se ha convertido en la base y sustento de la creencia de miles de millones de personas en un solo dios.

Antiguo Testamento

Pero sus aportes culturales no se limitan solo a esto. La tradición contenida en los libros sagrados de los hebreos, en especial en su Biblia, ha traspasado como una gran herencia a toda la humanidad.

La Biblia hebrea es el texto sagrado que narra la historia del pueblo de Israel. Está compuesta por un grupo de libros, dentro de los que destaca el Génesis, muy conocido por todos en occidente. En este libro se narra la creación de la tierra por Dios en siete días, y la historia de la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal.

El segundo libro, el Éxodo, nos habla del escape del pueblo de Israel de Egipto guiados por Moisés en tiempos de los faraones egipcios de la Dinastía XVIII.

Además de los otros libros como Levítico, Números, Deuteronomio, Proféticos, Hagiógrafos, y el Talmud. Que en conjunto forman el patrimonio de la civilización hebrea agrupado bajo el nombre de Antiguo Testamento.

Una gran cantidad de historias, reflexiones morales y espirituales, que la mayor parte de nosotros conocemos de modo consciente o inconsciente a través de nuestra cultura.

Es tal su importancia que estos son también libros sagrados en las religiones cristiana y musulmana. Traspasando de una generación a otra su tradición durante miles de años.

El decálogo o los diez mandamientos

Si hay un aspecto del antiguo testamento que ha influido y marcado al mundo occidental es, sin duda, el de los diez mandamientos. Este conjunto de preceptos se puede considerar en buena medida la base de la moral y de la ética de occidente.

Estos mandamientos se sintetizan del siguiente modo:

  1. Yo soy Jehová, tu Dios que te ha librado de la esclavitud de Egipto. No tendrás dioses delante de mí.
  2. No harás imágenes talladas (ídolos); ni te inclinarás a ellas, ni las honrarás.
  3. No tomarás en vano el nombre de Jehová, tu Dios.
  4. Te acordarás del día Sábado para santificarlo; trabajarás durante seis días, pero el séptimo no harás ninguna labor.
  5. Honrarás a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra.
  6. No matarás.
  7. No cometerás adulterio.
  8. No robarás.
  9. No levantarás falsos testimonios a tu prójimo.
  10. No codiciarás la mujer de tu prójimo; ni su casa, ni nada que le pertenezca.

No podemos decir que la civilización hebrea haya desaparecido. Su legado a través de la religión judía y el pueblo de Israel pervive hasta nuestros días.

Sin embargo, el reino de Israel es parte de una etapa histórica que conocemos como Edad Antigua y como tal desapareció en el año 930 a.C.

Los reinos de Judá e Israel perduraron durante algunos años más, hasta sucumbir absorbidos por grandes potencias de la época. En el caso del reino de Israel en el año 722 a.C. conquistado por el Imperio asirio. Mientras que el reino de Judá sobrevivió hasta el año 586 a.C cuando fue conquistado por el reino neobabilónico.