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Mucho tiempo ha transcurrido desde los inicios de la civilización hasta nuestros días. Sin embargo, es posible decir, que en el fondo, muy pocas cosas han cambiado. Nos referimos al modo en que vivían aquellos hombres de la Edad Antigua en relación con nosotros. Si deseas conocer más sobre los orígenes de la civilización humana y sus similitudes con nosotros, continúa leyendo.
La historia y las fuentes documentales de la antigüedad
La historia no es una ciencia exacta. Al contrario, por ocuparse de la reconstrucción del pasado de la humanidad, suele estar sujeta a muchas interpretaciones de carácter subjetivo. Ya que se trata de la forma en que se valoran los hechos y el modo en qué accedemos a su reconstrucción.
Para lograr hacer sus investigaciones, los historiadores deben recurrir a los documentos y vestigios de las culturas de la Edad Antigua. Para tratar, a partir de estos, establecer los hechos, acontecimientos y aspectos más importantes que ocurrieron y marcaron la vida de un momento dado. Estos documentos no son siempre textos escritos, también pueden ser fuentes diversos objetos como edificaciones, pinturas, piezas de orfebrería o alfarería, entre otras.
Por eso, muchas veces, las fuentes históricas de la Edad Antigua están vinculadas a ciencias auxiliares como la arqueología, la historia del arte, la paleografía y muchas otras. Sin embargo, la principal fuente histórica son los documentos escritos. Justamente, son estos los que nos permiten hablar de historia, y diferenciar este período de la prehistoria. Y es que a partir de la invención de la escritura, podemos conocer con mayor precisión los hechos que ocurrieron en el pasado.
Seguramente, esta idea te causa curiosidad, y te debes estar preguntando ¿cuándo y dónde comienza la historia?
Qué es la Edad Antigua
La Edad Antigua es, justamente, el primer período de la historia. A decir verdad, las condiciones de vida de los hombres del período de la Edad del Hierro y de la Edad Antigua, no cambiaron de manera radical con la invención de la escritura.
Antes de que esto ocurriera ya los grupos humanos de la antigüedad habitaban ciudades, y tenían formas de organización social, política y económica muy similares a las nuestras. A este período se le suele llamar protohistoria. Un arco de tiempo que abarca desde la edad de los metales hasta el siglo I a.C (cien años aproximadamente antes del nacimiento de Cristo) en Europa y Oriente próximo.
La escritura tampoco se desarrolló de un momento a otro. Es un proceso que evolucionó durante la protohistoria con el uso tradicional de ciertos símbolos, hasta el desarrollo de un conjunto de convenciones llamadas protoescritura. El primero de estos sistemas que evolucionó hacia un sistema de escritura es el protocuneiforme que dio paso, unos cuatro mil años antes de Cristo, a la escritura cuneiforme en sumeria, lo cual marca el inicio de la historia y de la Edad Antigua.
La cultura de la Edad Antigua
La Edad Antigua, es por lo tanto una categoría histórica, una convención, que nos sirve para enmarcar todas esas culturas o civilizaciones que se sucedieron posteriormente a la prehistoria y que tienen un conjunto de características similares entre sí que marcan un proceso que sentó las bases de los modos de vida actuales.
Este período tuvo una duración de unos cuatro mil quinientos años. El fin de esta etapa histórica, convencionalmente, ocurrió en el momento de la caída del último gran imperio agrario, lo cual ocurrió en el año 476 (Siglo V d.C.) cuando el último emperador de Roma (del Imperio de Occidente), Rómulo Augústulo, capituló ante Odoacro, caudillo de la tribu germánica de los hérulos.
La escritura es un signo de desarrollo cultural. Un marcador, que nos indica que una civilización alcanzó un grado de madurez, en sus modos de organización y pensamiento abstracto y simbólico, que la llevaron a formas muy elevadas de desarrollo de la vida social, política y económica, con un alto grado de conocimientos de tipo científicos y de elaboradas ideas religiosas, así como de expresiones artísticas, que nos permiten caracterizarlas como una verdadera civilización o cultura.
La escritura evolucionó de la mano con la organización política de las sociedades antiguas. De modo que, las civilizaciones de la Edad Antigua que tuvieron escritura, fueron también las primeras que desarrollaron un estado bajo el modelo de estado imperial.
Esta categoría política se refiere a un modelo de organización complejo de gobierno que solo era posible gracias al dominio de la agricultura que permitió una abundancia de los medios de alimentación, abriendo paso a la especialización del trabajo en la Edad Antigua que condujo al surgimiento de castas o clases diferenciadas: agricultores, artesanos y obreros; burócratas y escribientes; guerreros, religiosos y nobles. Cada uno con una función y un lugar definido dentro de la sociedad.
Características de las civilizaciones de la Edad Antigua
Debes tener en cuenta que algunas de estas civilizaciones antiguas tuvieron una larga existencia, es el caso del antiguo Egipto, y otras fueron más breves. Sin embargo, todas tuvieron un conjunto de rasgos comunes que las definieron y que los podemos sintetizar del siguiente modo:
Desarrollo de sistemas de escritura
Esta característica resulta fundamental para la organización del estado que alcanzaron. La escritura permitió la formalización de sistemas de leyes y normas de convivencia política y social.
La organización de una administración burocrática del estado que llevaban control y registro de los recursos de los que se disponía. Cosechas, pertrechos militares, número de habitantes, manejo de impuestos y muchos aspectos más de la vida política y económica de la sociedad eran anotados y registrados de forma minuciosa.
Surgimiento y desarrollo de centros poblados urbanos
Las primeras civilizaciones de la Edad Antigua, como su nombre lo indica, son el producto de la vida en ciudades, de allí el término cive, que en latín (la lengua de los romanos antiguos) significaba ciudadano. Estos eran los habitantes de la ciudad, con deberes y derechos en relación con ésta. La ciudad era una unidad de organización política, económica y social.
Muchos estados eran ciudades estado, como en el caso de la confederación helena de polis como Atenas y Esparta, a la que hoy se le da el nombre de antigua Grecia.
Sistemas de gobierno monárquico
Cada uno de estos imperios tuvo diversas formas de organización política, pero la figura de cabeza del estado era encarnada por un individuo, el monarca. Bien fuera faraón o emperador. Representaba la élite de la clase gobernante, la aristocracia.
Esta clase se formó como producto de sociedades guerreras en las que los caudillos de los diferentes ejércitos que formaban parte de la sociedad, fueron creando una casta de familias con derechos hereditarios que se imponían sobre los hombres dedicados a actividades económicas productivas como la agricultura, la artesanía o el comercio.
Vinculado con lo anterior, los diferentes grupos sociales eran claustros cerrados. Aquellas personas que pertenecían a la clase social de la fuerza de trabajo, esclavos o siervos, nunca podían formar parte de los guerreros o comerciantes.
Los artesanos de igual modo tenían un conjunto de convenciones y normas que los separaban y segmentaban. Igualmente, ocurría con los burócratas y las clases sacerdotales. Existían pocas oportunidades de movilidad social. Salvo en algunas excepciones como fue el caso del Imperio romano que permitió escalar posiciones a hombres provenientes de las clases bajas, gracias a que destacaron en el campo militar o político.
Desarrollo de sistemas de creencias religiosas
La cultura de estos imperios se caracterizó por el tejido de complejos sistemas religiosos. En la mayoría de los casos, de tipo politeísta, quizás producto de la evolución de las creencias y tradiciones de tipo animista de las sociedades primitivas que las precedieron.
En algunos casos, como Egipto, el poder y el dominio de la clase sacerdotal, dominó aspectos de tipo político teniendo una influencia muy marcada en el desarrollo de la vida del Estado, que era una auténtica teocracia, en la que el monarca podía ser elevado a la condición de dios viviente.
Principales civilizaciones de la Edad Antigua y su ubicación.
En la mayor parte de los lugares en los que existieron las civilizaciones antiguas, hay excavaciones y museos que puedes visitar para conocer más sobre la Edad Antigua. Así te puedo sugerir algunos sitios que seguramente disfrutarás conocer.
En el norte de África puedes visitar las maravillosas pirámides, el Valle de los Reyes y los museos de El Cairo que conservan los restos de la antigua civilización Egipcia. En oriente próximo podrás visitar la ciudad de Jerusalén, en Israel y conocer mucho más sobre el origen de la civilización Hebrea. En el actual Irán encontrarás muchos lugares relacionados con la cultura y la civilización Persa y en Irak podrás visitar los vestigios de Mesopotamia, en la actual Bagdag.
En Europa se encuentran, Grecia, Turquía, y el sur de Italia, donde podrás ver muchas muestras de la arquitectura y del arte de los antiguos Griegos. No debes dejar de conocer la ciudad eterna, Roma, en dónde aún hoy día existen ruinas de los grandes monumentos que fueron parte de su gloria, como el Foro Imperial, el Foro Romano y el Coliseo.
También hubo imperios agrarios de la antigüedad en otras latitudes. Como es el caso en Asia, de la antigua China. O, de la civilizacion Harappa y Mohenjo-Daro, en el valle del río Indo, cuna de la civilización Indú.
Incluso más allá del océano Atlántico, podrás disfrutar de los restos de civilizaciones antiguas de América, como los Mayas ubicados en la Ribera Maya, en la península de Yucatán en México, así como en Belice y Guatemala. Los Aztecas que habitaron la que aún es la capital de México. O los increíbles resto de Machu Pichu, la ciudad sagrada de los Incas ubicada en Perú.
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