La Baja Edad Media, características, sociedad y cultura

Resumen de la Baja Edad Media
Paradais Sphynx/CC BY 2.0

La Baja Edad Media (s. XIV y XV) es el nombre que recibe la etapa final de la Edad Media, se encuentra ubicada entre la Plena Edad Media y el inicio de la Edad Moderna.

Uno de los acontecimientos que marca el inicio de este período es la epidemia conocida popularmente como la “peste negra”, la misma tuvo lugar en Europa allá por el año 1348.

El fin de la Plena Edad Media y, en definitiva, todo el período medieval, concluye a finales del siglo XV, concretamente con el momento en el que se señala el inicio de la modernidad a partir de la llegada de Colón a América, este hecho ocurrió en 1492.

Otro hito importante que marca el fin del medioevo para la cultura europea es el final del Imperio bizantino, un hecho que ocurrió con la caída de Constantinopla en manos de los turcos en el año 1453.

A continuación, te comentaré algunos de los aspectos más relevantes de la Baja Edad Media y las características que la definen.

¿Qué ocasionó el fin de la Edad Media?

Uno de los procesos históricos más relevantes acaecidos durante la Baja Edad Media, es la transición del modelo feudal hacia la economía mercantilista.

El fin del modelo feudal tiene como causa algunos procesos económicos y sociales que ya se iniciaron en la Plena Edad Media, pero que se concretaron durante la Baja Edad Media, y que con el tiempo cambiaron la manera de vivir e incluso de pensar de las personas.

Los fenómenos que contribuyeron más con este cambio fueron:

– El renovado auge de las ciudades.

– La pérdida de poder de los propios señores feudales.

– El impulso del comercio.

– El surgimiento de la burguesía como nueva clase social.

– El nacimiento de instituciones como los bancos y las universidades.

– El auge de las alianzas para el comercio internacional.

– Los cismas en la iglesia católica de Roma.

Sin embargo, la peste negra fue un hecho decisivo que aceleró los cambios que causaron el fin de la forma de vida de la sociedad medieval.

Algunas estimaciones indican que esta pandemia del siglo XIV causó la muerte de entre un treinta y un sesenta por ciento de la población de Europa.

El impacto de la peste negra fue tan grande debido a que en el siglo XIV ocurrió un cambio climático que causó el descenso de las temperaturas, finalizando así la etapa conocida como óptimo medieval.

Este fenómeno ambiental, llamado la pequeña edad del hielo en Inglaterra, trajo como consecuencia, una caída en la producción agrícola que desafortunadamente desató hambrunas en varias zonas del norte de Europa.

Las resultados de la peste negra transformaron el orden de vida al final del medioevo. Muchos de los que sobrevivieron heredaron fortunas y capital, así como títulos nobiliarios.

Esta situación sirvió para que nuevos actores desarrollasen nuevas actividades económicas como el comercio y las finanzas bancarias, que eran más acordes con el momento.

Cambios económicos al final del Medioevo

El comercio y los precios de ciertas mercancías se vieron impactados por las dinámicas de escasez y demanda de los productos.

Esta situación creó una nueva forma de comprender las leyes del mercado y de los procesos financieros.

Solo un pequeño grupo de señores nobles lograron cambiar su modelo de ingresos, basados en la tenencia de la tierra hacia otras actividades como la producción y comercio de materias primas a partir de la ganadería.

Para lograr tener éxito en estos cambios, los grandes nobles establecieron alianzas internacionales con artesanos y comerciantes.

Esta situación causó un gran desequilibrio social. Las diferencias entre alta y baja nobleza, la alta burguesía de comerciantes y banqueros, así como la baja burguesía, formada por maestros artesanos y ayudantes, se hicieron muy grandes.

Estas diferencias económicas y la presión social que produjeron se vieron reflejadas en los conflictos armados que ocurrieron durante este período.

Es el caso de la guerra de los Cien Años, que enfrentó a los reinos de Inglaterra, Francia y Flandes.

Bajo el pretexto de un problema de legitimidad dinástica que enfrentó a casas monárquicas, se tejieron alianzas entre los diversos bandos y corporaciones económicas asociadas a la producción, distribución y comercialización de ciertos productos.

Los vinateros de Burdeos y Guyena (la antigua provincia romana de Aquitania), los productores de cereales ingleses y los fabricantes de paños de Flandes, fueron partes interesadas de esta guerra de acuerdo con sus conveniencias.

Sociedad de la Baja Edad Media

A lo largo del siglo XIV y del XV se consolidaron las ciudades como centros financieros. Las diferencias económicas entre alta y baja burguesía se ampliaron creando una nueva dinámica social.

A los ricos mercaderes pertenecientes a la alta burguesía se les unieron los letrados y médicos de las universidades, quienes formaron parte de la nueva élite junto a la alta aristocracia y al alto clero.

Los aprendices, oficiales y maestros artesanos, así como el bajo clero, conformaron la baja burguesía.

Por primera vez en la historia de Occidente surgió la posibilidad de que el estatus social de las personas no estuviese determinado por su origen y su relación con la tenencia de la tierra.

El nuevo marcador de la condición social pasó a ser la capacidad económica y esta no estaba necesariamente vinculada al origen noble.

En las ciudades la fortuna podía ser producto de la habilidad en el comercio, o de conocimientos que les permitían a quienes los poseían desempeñar actividades que eran muy apreciadas por la sociedad, este era el caso de los médicos.

Los caballeros feudales, que estaban integrados en la baja nobleza, fueron desapareciendo, habida cuenta de que la sociedad feudal se disolvió. Los ejércitos de mercenarios tuvieron un rol más determinante en los conflictos militares.

Características culturales al final de la Edad Media: el primer renacimiento

Los cambios económicos y sociales también tuvieron consecuencias en la visión del mundo y la cultura de la Baja Edad Media. Una nueva forma de pensar comenzó a aflorar y se convirtió en el germen del pensamiento moderno.

En regiones de Europa, como Italia y Flandes, comenzó a aflorar la conciencia de que un cambio de época estaba ocurriendo.

Los habitantes de Italia comprendieron la distancia temporal que los separaba del esplendoroso pasado de la antigua Roma y comenzaron a abogar por el rescate de la gloria de la cultura clásica perdida.

A este fenómeno cultural que se afianzó en el siglo XV se le llama humanismo y primer renacimiento. 

La idea central que embargó el sentimiento nacionalista italiano era recuperar el esplendor de una época en la que el hombre era el centro del mundo y la medida de todas las cosas.

A la difusión de este estado de ánimo por toda Europa contribuyó el período de decadencia que atravesó la iglesia católica durante el siglo XIV, una época en la que se llegaron a escenificar una serie de divisiones y cismas internos.

Esta situación alcanzó su momento crítico a inicios del siglo XV, cuando existieron tres papas al mismo tiempo que se enfrentaban y excomulgaban entre sí. Uno en Aviñón, otro en Roma y un tercero nombrado por el Concilio de Pisa en 1409.

La pérdida de autoridad de la figura papal condujo a que lentamente el poder teocrático de la iglesia se desvaneciera hacia finales del siglo XV.

La nueva mentalidad antropocéntrica y el afán de alcanzar la prosperidad económica y reconocimiento social, impulsó a muchas personas a buscar notoriedad.

De este modo, los artesanos comenzaron a firmar sus obras, y muchos actos de la vida privada de las personas quedaron documentados de diversas maneras, la identidad del individuo comenzó a tener importancia.

De igual modo, una serie de ideas y de conocimientos que contradecían los dogmas de la iglesia se hicieron públicos y se difundían ampliamente. 

De esta forma surgieron figuras que eran referentes de sabiduría como Copérnico, Galileo, Leon Battista Alberti o Erasmo de Rotterdam, hombres que encarnan el nuevo ideal humanista.

En el caso de la península ibérica, el final de la Edad Media estuvo marcado por la desintegración definitiva de al-Ándalús.

Este hecho, en conjunto con el éxito de Colón bajo el auspicio de Isabel la Católica, ayudaron a lograr la consolidación del poder de la corona española.

Los nuevos territorios americanos reclamados en nombre de los Reyes Católicos abrieron la puerta a una nueva etapa de esplendor para la cultura hispana.